Hace un par de meses nos dirigimos al área de Cayey en busca de un restaurante que solíamos visitar hace mucho tiempo atrás. Se llamaba Cielito y por el nombre se darán cuenta que quedaba en un punto alto. Un lugar fresco, con vistas impresionantes. Recuerdo que la comida era buena y eso era lo que nos motivaba a poner a prueba la calidad de los frenos de los carros para llegar allí. Dejamos de ir, casi sin darnos cuenta pero no fue porque el lugar fuera a menos. Lamentablemente cuando por fin nos decidimos a regresar nos encontramos con un letrero que anunciaba que estaban cerrados por remodelacion. Vecinos del lugar nos indicaron que el lugar ya había cerrado hacia mas de un año y que aparentemente ya no iba a abrir. Decepcionados un poco, nos animamos rápidamente pensando que la zona siempre ha habido mas restaurante y nos decidimos tomar la carretera #15 de Cayey a Guayama en busca de uno. En esta carretera que encontramos los anuncios del Mesón de Melquiadez. Hay que abandonar la 15 pero hay un letrero que indica claramente el camino. Para nuestra sorpresa nos encontramos con una estructura nueva, de arquitectura moderna mas propia de un restaurante en San Juan o Guaynabo. Pensamos que era un lugar nuevo pero después nos enteramos que el negocio comenzo hace años pero que recientemente se había cambiado de lugar y añadido nuevos platos al menú. Mantenían los platos tradicionales de Melquiades como la carne frita y las alcapurrias de corn beef, pero ahora podíamos encontrar platos como salmón en salsa de guayaba. El menú es variado. Tienen cava de vino y los postres son excelentes. Los precios son los de San Juan y Guaynabo pero el lugar es encantador. Aun en verano la temperatura es agradable y el restaurante no tiene aire acondicionado. El gusto de la comida es bueno. Las salsas son excelentes y los ingredientes son de primera. Definitivamente un lugar que recomiendo. Eso si, después de la 1:30PM, al menos los domingos, se llena y a pesar de que el salón comedor es bastante amplio, tiene que estar dispuesto a esperar.
martes, 7 de septiembre de 2010
domingo, 9 de mayo de 2010
Día de Las Madres
Hoy nos quedamos en San Juan. El restaurante elegido fue Ajili Mojili en el Condado. Este lugar nos gusta por varias razones. La comida es buena, no es sublime pero es buena y no son pocas las veces que logran ese típico sabor de aquí que muchos restaurantes, especialmente en la zona turística, que reclaman ser criollos realmente no dan el grado ante un puertorriqueño que si conoce como debe saber. El menú es bueno pero los domingos podemos contar con buffet que es una oferta difícil de resistir porque es una variedad criolla muy buena y unos precios imbatibles. Hoy por ser Día de las Madres los platos tenían nombres alusivos a las madres y por solo $16.00 se tenía acceso ilimitado a unos garbanzos con tiras de churrasco, fricase de cabro y otro de pollo, pavo asado, salmón guisado, arroz y habichuela, arroz amarillo, lasaña de carne y ensalada. Por ese precio realmente no se puede pedir más. La casa donde está establecido el restaurante es hermosa y con una vista, ya sea al mar o a la laguna, que no hay dinero que la pague. El ambiente es agradable y acogedor. Sus empleados simpáticos y atentos. El estacionamiento es incomodo, pero los empleados de valet hacen maravillas para que nos moleste lo menos posible. Tienen una cómoda barra y una selección de vino bastante buena. Tengo que darle una nota notable a los postres. Hoy he disfrutado de un Cheesecake de Guayaba que estaba fuera de este mundo. El flan de vainilla estaba exquisito y tenían un dulce de lechosa con queso como el mejor de nuestras abuelas. No probé el tres leche, pero tengo que admitir que tenía un aspecto de bueno, que me sentí tentada a arrebatarle al camarero uno que llevaba a otra mesa. Lo único que realmente faltaba era una canasta de pan para la mesa, nosotros los boricuas amamos el pan y un panecillo siempre nos hace falta. Definitivamente lo recomiendo. Mi familia y yo la pasamos muy bien y creo que muchos pueden hacer de este restaurante uno de eso que uno vistita con cierta regularidad.
domingo, 2 de mayo de 2010
Domingo Lluvioso
Ya desde la medianoche del sábado una lluvia persistente comenzaba a dar muestra de que el domingo seria lluvioso y que no iba a ser mejor día para adentrarnos por caminos no tan conocidos. La mañana lo confirmó pero a pesar de eso decidimos que no teníamos porque resignarnos a quedarnos en casa y comer “asopao”. Romper con la lógica es parte también de disfrutar. Así que solo tendríamos que buscar un lugar conocido, confiable y sobre todo totalmente informal. En mi familia siempre hemos sido fieles consumidores de un buen lechón, así que escogimos la Lechonera El Cuñao en Cayey como nuestro destino para hoy. La lluvia parecía ir en aumento pero no nos desanimamos. Tomamos el expreso hacia Caguas bajo un aguacero torrencial. En el camino no se veía mucho y augurábamos neblina según comenzábamos a subir después de pasar Caguas camino a Cayey. No había muchos carros en la carretera y pensábamos que íbamos a encontrar el negocio solo para nosotros. No sé porque pensamos que nuestra idea de ir al “Cuñao” un domingo lluvioso era original. La verdad es que ya había un gran número de clientes cuando llegamos. Los únicos que no encontramos eran los motociclistas que normalmente inundan el lugar. Buscamos una mesa, porque allí tú la escoges, no esperas a que te sienten, y llamamos la atención de uno de los muchachos. Ordenamos, como es nuestra costumbre, varias libras de lechón pero especificando que mezclaran carne de pernil y de faldilla. Para acompañar; la morcilla, los guineos verdes, la batata, el arroz con gandules y el plátano maduro asado. No tuvimos que esperar mucho para que el muchacho regresara con una enorme bandeja cargando los distintos platos. La carne venia cubierta por el cuerito y nos abalanzamos sobre él. Rico! Esa fue nuestra conclusión. El arroz de este negocio no es espectacular pero como acompañamiento es bueno. Las viandas siempre están bien. Las morcillas siempre son una sorpresa. No parecen seguir la misma receta o las compran a terceros que son distintos. Hemos comido morcillas que son de premio, otras no tanto. Las de hoy estaban flojas: sosas y sin pique. Pero la calidad del lechón compensa. Una comida que a uno le gusta y compartir con la familia le hace un día a cualquiera. Cuando salimos de ahí la lluvia había pasado y el sol tímidamente comenzaba a asomarse. Las nuves se fueron esparciendo y un cielo azul limpio como hacía días no habíamos disfrutado estaba al frente de nosotros. Al final hicimos bien en no quedarnos en casa. Como bien decía mami “El que le coge miedo a los ojos no come cabeza” aunque quizás debo decir “no come lechón”.
sábado, 1 de mayo de 2010
"El que come...VIVE."
"El que come...VIVE."
Durante mi infancia, adolescencia y temprana juventud escuche muchas veces a mi madre utilizar esta frase para motivarnos a comer, o quizás debería decir que para obligarnos a comer. Con esta frase nos dejaba claro, a mis hermanos y a mi, que si no comíamos nos podíamos morir. Pero los años pasaron y ciertamente ya no necesitábamos de su motivación pero la frase siguió siendo su favorita. Su significado había cambiado. Ahora la utilizaba para expresar su satisfacción ante una buena comida y como el poder disfrutar de ella era una forma de VIVIR.
Mami ya no esta con nosotros, Papito Dios ya la llamo a disfrutar de otros banquetes, pero no las dejo muchos años y fueron los últimos unos muy especiales, porque en los primeros nos enseño sobre el deber, la responsabilidad, el compromiso, la lealtad y muchas otras cosas para hacernos hombres y mujeres de provecho, pero al final nos enseño a disfrutar, a VIVIR. Una de las cosa que mas disfrutaba era que escogiéramos una ruta de esta tierra tan hermosa e ir a explorarla. De seguro encontraríamos un lugar donde comer. No tenia que ser elegante, podía ser un kiosco, pero si pasaba los requisitos mínimos de limpieza y sabor, lo podíamos poner en la lista para volver. Hoy nosotros queremos continuar esa costumbre y lo que quiero es compartir con ustedes los lugares que vayamos descubriendo. No pretendo que sea una critica oficial de restaurantes sino los relatos de una familia que come ... y VIVE.
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